Hace más de dos años escribí en un artículo de este mismo blog que las discográficas, ante el auge de la piratería, se daban una y otra vez contra la misma pared y parecían funcionar a ciegas. Pocos meses después, Spotify aparecía dispuesta a cambiar el consumo de música online. Y lo ha conseguido, con millones de usuarios alrededor del mundo.
El pasado 19 de enero, el FBI decidió cerrar por las buenas Megaupload, alegando que infringía las leyes del Copyright en pro del lucro personal del que ya se conoce como "Gordo de Megaupload". Un acto de hipocresía sin precedentes, pues detrás de la denuncia están los que siempre han obtenido beneficios por el Copyright - aunque, claro está, ellos se amparan en una legislación que se ha vuelto retrógrada y deficiente desde que apareció internet -.
Pero este post no tiene intención de criticar la detención y cierre de Megaupload (para esto ya hay mucha más gente y más informada). Por contra, intentaré reflexionar sobre las alternativas y caminos que se abren tras este primer bombardeo perpetrado por los grupos de presión (listados aquí), que ya ha desencadenado reacciones tan notorias como la subida a la red de los discos y películas de Sony por parte de Anonymous.
Y es que, tal y como sucedió a finales de 2009, nos encontramos ante un escenario beligerante en el que las grandes corporaciones no dan el brazo a torcer, apoyados por sus respectivos gobiernos. Afortunadamente, cada vez aparecen más y mejores proyectos que intentan poner un poco de paz y sentido común a la maltrecha "industria del entretenimiento". Ya se sabe: en internet, el fin de un servicio supone el inicio de muchos otros. Sucedió con Spotify, así que ¿por qué no puede pasar ahora?
Es evidente que los mass media apoyarán, de todas todas, cualquier acto similar al que hemos vivido estos días. De hecho, ya ha sucedido: según El Mundo, el cierre de Megaupload ha hecho que los cines se volvieran a llenar. Una información que, además de absolutamente falsa, puede llevar a conclusiones peligrosamente erróneas. Pero que nadie se equivoque: que haya cerrado Megaupload no va a suponer un incremento de ventas de discos, no va a suponer más recaudación en los cines, no va a ser la solución que esperan los magnates de la industria. Y no lo va a ser por una simple razón: la gente continuará compartiendo archivos (como siempre) hasta que hayan ofertas razonables para no hacerlo.
Así que tenemos que fijar nuestro punto de vista hacia proyectos como el americano Rdio, que ofrece música en streaming (sin publicidad) por una cuota mensual que va desde 5 hasta 10 dólares dependiendo del tipo de servicio que queramos recibir. El enfoque es similar a otros que ya conocemos, pero Rdio abarca la interacción entre usuarios de un modo más completo que cualquier otro proyecto existente. También tenemos que estar atentos al desembarque de Rhapsody y a la eclosión definitiva de Google Music. Todos ellos con planteamientos parecidos, diferenciados básicamente por la extensión de su catálogo de artistas.
La lista es larga: Biit, Splash o el interesante iCloud de Apple (aunque este último es diferente a las demás) son solo unos ejemplos de lo que está por llegar. Ejemplos que ponen de relieve la necesidad de comprender al usuario, de darle todas las facilidades posibles para que escuche (o vea, o lea, o...) tus productos, de entender que "compartir" puede dar muchos más beneficios que "comprar", y que "comprar" no tiene por qué ser nunca más un disco en formato físico.
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