jueves, 28 de febrero de 2008

Diane Cluck: Countless Times

Play. Suena "How Long". Una guitarra repitiendo una bonita melodía. Y entonces llega su voz, el segundo (o el primer) instrumento de Diane Cluck. De repente, estás inmerso en un ambiente desolado, triste, ideal para días de niebla.
Cogiendo la tradición de guitarra+voz que ha dado - y sigue dando - tanto éxito a los artistas folk y antifolk, Cluck grabó Countless Times en 2005 y se ganó la admiración de músicos como Sufjan Stevens, Devendra Banhart o CocoRosie. Aún así, y después de 6 discos a sus espaldas, la cantante neoyorquina permanece en una especie de anonimato que no parece importarle demasiado. En Countless Times encontramos 11 piezas frágiles, en las que Cluck se desenvuelve perfectamente. Mediante su característica voz, capaz de hacer intervalos imposibles, y su omnipresente guitarra, encargada de la parte armónica y rítmica, nos transporta a un paisaje invernal, que acompaña con algún que otro coro y tímidas apariciones de xilófonos y teclados. Sin duda, uno de los aspectos que más sorprenden del disco es su sonido, que parece sacado de la propia habitación de Cluck, y que añade más cercanía - pero también más crudeza - a las canciones. Éstas se caracterizan por las constantes enarmonías y una voluntad experimental que se hace más evidente en algunas piezas ("My Teacher Died/Countless Times") que en otras (las mayúsculas "A Phoenix & Doves" y "Just As I Should Be"). 
Escuchar Countless Times es tener a Diane Cluck a tu lado, explicándote sus pequeñas historias, cantándote al oído y deslumbrándote con su portentosa e inolvidable voz. Replay.

A Phoenix & Doves

lunes, 25 de febrero de 2008

Josh Rouse: 1972

Josh Rouse es un artista con alma clásica. Autor de grandes canciones pop, ha firmado grandes discos como el imprescindible Nashville (2005) o el reciente Country Mouse, City House (2007). En 1972 (publicado en 2003), nos encontramos a un Rouse totalmente inspirado, dispuesto a dotar de aire fresco al saturado panorama musical con un retorno al sonido de los 70. 
Lo hace mediante piezas instantáneas y directas, con estribillos pegadizos y melodías que tanto hacen que se nos empiecen a mover los pies como que nos emocionemos. La elegancia y clase que destilan las canciones de Rouse - y de las que hace gala indisimuladamente -, demuestran que estamos ante uno de los grandes cantautores norteamericanos de nuestra época. Y, en 1972, nos los confirma con excelentes temas, como la deliciosa "James", el incansable groove de "Come Back" o la melancolía de "Rise" o "1972" (una de las mejores canciones de los últimos años). De hecho, uno se pregunta por qué "Love Vibration" no para de sonar por las radios de nuestro país. Mención aparte se merecen los músicos que acompañan a Rouse, que son los verdaderos cómplices para que les canciones funcionen y que aportan pequeños detalles heredados del soul y del funk para hacer aún más redondas todas las composiciones del disco.   
Con todo, 1972 es un álbum sincero, tallado a la antigua. Josh Rouse homenajeó el año de su nacimiento con este disco que tiene aires de clásico instantáneo y que muy difícilmente disgustará a algún oyente. 

1972
free music


Videoclip de Love Vibration



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sábado, 23 de febrero de 2008

Lisabö: Ezlekuak

El sonido de Lisabö puede, literalmente, echar atrás a más de uno. Una propuesta que mezcla sin complejos la experimentación de Sonic Youth, la elegancia de los mejores Cave In, la contundencia del hardcore (apoyada por dos baterías simultáneos) y los continuos flirteos con el noise parece no apta para todos los oídos. Nada más lejos de la realidad.
Ezlekuak (traducido como Los No Lugares), el último trabajo de este quinteto de Irún, no deja de ser un disco complejo, con multitud de matices, pero en el que sin duda cualquier oyente se puede ver reflejado. De hecho, Aida, la única chica en Lisabö, definía la música de su banda como "abrir los ojos ante la vida" (lee la entrevista completa aquí). Los textos del álbum son obra del escritor vasco Martxel Mariscal, colaborador habitual del grupo, y son expulsados - también literalmente - por Karlos Osinaga, guitarra y voz de Lisabö. Pero entre toda esta fuerza y apabullante intensidad, Ezlekuak deja un gusto amargo y triste. Los múltiples ambientes desoladores por los que nos va transportando el disco ayudan a crear una sensación casi nostálgica, en la que la potencia del bajo y las baterías se contrapone con un panorama mucho más delicado por parte de las guitarras y la voz. Esta fórmula hace que cada vez que se escucha el disco se transmitan sentimientos muy distintos y que están directamente relacionados con el estado de ánimo de quien lo escucha.
Pero quizás el mayor logro de Lisabö ha sido encontrar una personalidad propia, una manera de entender la música que les ha valido unas excelentes críticas y que ha llegado a situar a Ezlekuak entre los mejores álbumes nacionales de 2007.

Reportaje en ETB2

jueves, 21 de febrero de 2008

Cat Power: The Greatest

"Once I wanted to be the greatest". Así reza el primer verso del séptimo disco de Cat Power, nombre bajo el cual se esconde la cantante estadounidense Chan Marshall. Publicado en 2006, The Greatest quizás no sea el mejor disco del milenio, ni tan siquiera el mejor de su carrera (generalmente, You Are Free goza de un mayor reconocimiento entre los críticos), pero sí que volvió a situar a Marshall en un lugar privilegiado del panorama musical.
La razón se encuentra, ante todo, en unas composiciones cuidadas al detalle, con excelentes arreglos escritos por Harlan T. Bobo (autor del espléndido Too Much Love) y una ejecución magnífica de la Memphis Rhythm Band (encabezada por el mítico guitarrista de Al Green, Teenie Hodges). En este contexto, la voz de Marshall vuelve a demostrar que se adapta perfectamente a los más variados estilos que se tratan en The Greatest. Y es que en el álbum encontramos desde temas country ("Empty Shell") hasta piezas de cámara ("Where Is My Love?"), pasando por el rock ("The Moon"). Sin embargo, el disco se ve claramente influenciado por las estructuras, armonías y melodías del jazz, el soul y el blues, que dotan de una sonoridad muy particular al conjunto del disco. En The Greatest el piano se impone a las guitarras (que en esta ocasión juegan un papel más secundario que en entregas anteriores), y la base rítmica, juntamente con el trabajo impecable de las coristas, van dibujando canciones que parecen escritas 30 o 40 años atrás sin sonar anticuadas.
Cat Power confirma con The Greatest que es una de las artistas más importantes de los últimos años. Especial atención al tema que da nombre al disco y a "Lived In Bars".

The Greatest (Live on Jools Holland)


Lived In Bars (Live on Jools Holland)



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