Play. Suena "How Long". Una guitarra repitiendo una bonita melodía. Y entonces llega su voz, el segundo (o el primer) instrumento de Diane Cluck. De repente, estás inmerso en un ambiente desolado, triste, ideal para días de niebla.
Cogiendo la tradición de guitarra+voz que ha dado - y sigue dando - tanto éxito a los artistas folk y antifolk, Cluck grabó Countless Times en 2005 y se ganó la admiración de músicos como Sufjan Stevens, Devendra Banhart o CocoRosie. Aún así, y después de 6 discos a sus espaldas, la cantante neoyorquina permanece en una especie de anonimato que no parece importarle demasiado. En Countless Times encontramos 11 piezas frágiles, en las que Cluck se desenvuelve perfectamente. Mediante su característica voz, capaz de hacer intervalos imposibles, y su omnipresente guitarra, encargada de la parte armónica y rítmica, nos transporta a un paisaje invernal, que acompaña con algún que otro coro y tímidas apariciones de xilófonos y teclados. Sin duda, uno de los aspectos que más sorprenden del disco es su sonido, que parece sacado de la propia habitación de Cluck, y que añade más cercanía - pero también más crudeza - a las canciones. Éstas se caracterizan por las constantes enarmonías y una voluntad experimental que se hace más evidente en algunas piezas ("My Teacher Died/Countless Times") que en otras (las mayúsculas "A Phoenix & Doves" y "Just As I Should Be").
Escuchar Countless Times es tener a Diane Cluck a tu lado, explicándote sus pequeñas historias, cantándote al oído y deslumbrándote con su portentosa e inolvidable voz. Replay.
A Phoenix & Doves