Del drum'n'bass al folk no hay tanta diferencia. Por lo menos, si nos fijamos en la camaleónica carrera del británico Matt Elliott, que pasó de la música electrónica -bajo el enigmático pseudónimo The Third Eye Foundation- a la música de inspiración francesa y balcánica con una naturalidad que también transmite en cada una de sus canciones.
Su disco Failing Songs (2007) es la segunda parte de una inspirada e inspiradora trilogía de álbums que empezó con un sorprendente Drinking Songs (2005) y terminó con un Howling Songs (2008) que nos dejó con ganas de más. Afortunadamente, estas ganas se han visto saciadas con The Broken Man (2012), que apunta desde ya a lo más alto en las listas de lo mejor de este año.
Pero volvamos a Failing Songs. Todavía recuerdo la primera vez que escuché "Our Weight In Oil", el tema que abre el disco. Fue en un trayecto en tren, con un rui(d)noso discman que pedía una jubilación urgente. Me vino a la cabeza, casi sin querer, el Cinema (2004) de Rodrigo Leão, la banda sonora del Padrino, los valses eternos de Yann Tiersen. Y lo recuerdo porque "Our Weight In Oil" es más que una canción, es una melodía que hace de hilo conductor a lo largo del álbum, que te atrapa y no se olvida jamás.
Elliott se nos muestra aquí no tan solo como un buen cantante sino, sobre todo, como un magnífico compositor y arreglista. Nos lleva de viaje por paisajes que a simple vista pueden parecer similares, pero a los que pronto les descubrimos sus propias particularidades. Así, en "Broken Bones" podemos imaginarnos fácilmente frente al mar, mientras que en "Desamparado" (uno de los puntos álgidos de Failing Songs) somos los protagonistas de una violenta tormenta y en "Planting Seeds" el bueno de Matt nos lleva a descansar a un sitio cercano a una taberna o cabaret.
Estáis advertidos: depende del día, y de lo cerca que se tenga un cuchillo, más vale no acercarse a Failing Songs. Sin embargo, casi siempre es una experiencia reconfortante. Y es que es inevitable que la nostalgia te invada a cada segundo del disco, pero todos necesitamos sentirla de vez en cuando.
Su disco Failing Songs (2007) es la segunda parte de una inspirada e inspiradora trilogía de álbums que empezó con un sorprendente Drinking Songs (2005) y terminó con un Howling Songs (2008) que nos dejó con ganas de más. Afortunadamente, estas ganas se han visto saciadas con The Broken Man (2012), que apunta desde ya a lo más alto en las listas de lo mejor de este año.
Pero volvamos a Failing Songs. Todavía recuerdo la primera vez que escuché "Our Weight In Oil", el tema que abre el disco. Fue en un trayecto en tren, con un rui(d)noso discman que pedía una jubilación urgente. Me vino a la cabeza, casi sin querer, el Cinema (2004) de Rodrigo Leão, la banda sonora del Padrino, los valses eternos de Yann Tiersen. Y lo recuerdo porque "Our Weight In Oil" es más que una canción, es una melodía que hace de hilo conductor a lo largo del álbum, que te atrapa y no se olvida jamás.
Elliott se nos muestra aquí no tan solo como un buen cantante sino, sobre todo, como un magnífico compositor y arreglista. Nos lleva de viaje por paisajes que a simple vista pueden parecer similares, pero a los que pronto les descubrimos sus propias particularidades. Así, en "Broken Bones" podemos imaginarnos fácilmente frente al mar, mientras que en "Desamparado" (uno de los puntos álgidos de Failing Songs) somos los protagonistas de una violenta tormenta y en "Planting Seeds" el bueno de Matt nos lleva a descansar a un sitio cercano a una taberna o cabaret.
Estáis advertidos: depende del día, y de lo cerca que se tenga un cuchillo, más vale no acercarse a Failing Songs. Sin embargo, casi siempre es una experiencia reconfortante. Y es que es inevitable que la nostalgia te invada a cada segundo del disco, pero todos necesitamos sentirla de vez en cuando.
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