La magnífica crónica de Fernando Neira en El País sobre el recital de Daniel Johnston en Madrid contiene una frase muy acertada acerca de las sensaciones que producen las canciones de este influyente músico: "abruma y conmueve [...] porque ejerce de incómodo espejo frente a nuestras propias paradojas". Un sentimiento que se repite una y otra vez viendo a Johnston en concierto.
Es imposible restar indiferente al escuchar a Daniel Johnston. Su voz rota, siempre desafinada, sus letras desnudas de todo artificio, sus canciones tan simples como encantadoras y una personalidad marcada por su trastorno bipolar y esquizofrénico hacen que, a veces, enfrentarse a su obra resulte una experiencia francamente difícil. Difícil, sí, pero también irrepetible y, sobre todo, muy emocionante. Es por este motivo que, cuando lo vimos salir al escenario de la Sala Bikini de Barcelona, los asistentes al concierto tuvimos, por un instante de una hora, el corazón encogido.
Johnston arrancó él solo, acompañado únicamente de su guitarra y de un atril donde dejó una carpeta con todo el repertorio de la noche y del que no se separó ni un momento. La ilusión por hacerlo bien y dar un recital de calidad se notó desde el principio. Empezó con "Lost In My Infinite Memory", tal vez la canción más autobiográfica y triste de su discografía. "We love you, Daniel" se oyó entre el público en respuesta a versos como "I love you all, but I hate myself". Y era verdad: no había nadie allí dispuesto a faltarle al respeto.
La entrada de una banda acompañante, formada por un batería, un bajista y un guitarrista, supuso un auténtico respiro. El conjunto sonó sorprendentemente compacto durante todo el concierto, y fue con ellos cuando Johnston se sintió más cómodo. Físicamente muy desmejorado, pero mentalmente más lúcido de lo esperado, entabló algún que otro diálogo con el público, presentó casi todas sus canciones ("This is a song about your favourite band: ¡The Beatles!") y hubo instantes en el que pareció un verdadero frontman de una banda punk.
En el setlist no se dejó nada que pudiera cantar en una hora. "Casper, the Friendly Ghost", "Walking the Cow", "The Beatles", "Mountain Top", "Sweetheart" y "Devil Town" fueron las más celebradas entre una audiencia totalmente entregada, consciente que, tal vez, esta fuera una de las últimas veces que podría disfrutar de un recital del cantautor de California. El recital acabó, como no podía ser de otra manera, con "True Love Will Find You In the End", un emocionante punto final a una noche en la que, como bien dice Merridew en su crónica para Jenesaispop, nos dimos cuenta que "estamos tan acostumbrados a ocultarnos bajo todo tipo de máscaras y de excusas para no decir lo que pensamos, que alguien que no tiene ninguna, alguien cuya sinceridad se le escapa cada vez que habla, nos desarma".
2 comentarios:
Gallina de piel cada cop que hi penso!
Ja veus, cosineta. Va ser molt emocionant :)
Petonets i merci per escriure al blog!
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