Fotos de la década de la Agencia Reuters: El juez Robert Rosenberg, miembro de la mesa electoral del Condado de Broward, analiza uno de los votos considerados “cuestionables” después de las elecciones norteamericanas. Una vez llevada a cabo la revisión, el voto se lo llevó el candidato presidencial republicano, George W. Bush. REUTERS / Colin Braley Capítulo 1. La masificación del indie.
Auténtico reflejo de una época confusa, podríamos establecer el imprescindible
Kid A (2000) de
Radiohead como punto de inicio de la década musical en el terreno indie. Una obra imperecedera y compleja en la que el quinteto de Oxford volvía a sorprender a crítica y público, desviándose del camino marcado por su célebre e influyente
OK Computer (1997).
Kid A -así como el inmediatamente posterior
Amnesiac (2001)- fue, por muchos, el álbum que introdujo las nuevas pautas para el futuro rock alternativo: ampliación de límites, mezcla de estilos, experimentación con la electrónica y progresiva pérdida de significado (si es que alguna vez lo tuvo) de la etiqueta “indie”.
Las producciones independientes, tan loadas y loables desde mediados de los 80, parecieron, durante mucho tiempo, reservadas para un tipo de público muy concreto necesitado de música que fuera más allá de las radiofórmulas. En el año 2000, con la generalización de uso de Internet, la concepción de la música y la cultura indie estaba evolucionando hacia una completa democratización. Y no tan sólo porque el acceso a esta cultura se convirtió en algo mucho más sencillo, sino que la imparable generación de contenidos, el boca a boca y los distintos sistemas de recomendación (desde
Napster hasta
Last.fm, pasando por
Myspace) permitieron que muchos de nosotros descubriésemos una cantidad de artistas casi inabarcable. Las empresas, en su mayoría multinacionales, sacaron tajada de la situación, patrocinando festivales, bandas y cantantes que años atrás se jactaban de ser independientes. El indie se había masificado. Sin embargo, aún hoy continúa siendo un buen paraguas en el que agrupar algunos de los álbumes y grupos más destacados de la década.
El 2000 fue el año de debut de la banda de rock alternativo que más éxito ha cosechado durante este decenio: Coldplay. Con su primer disco, Parachutes, introspectivo y lleno de grandes momentos, pocos podíamos intuir el enorme crecimiento de la banda liderada por el histriónico Chris Martin. Con el irregular A Rush of Blood to the Head (2002), los británicos consiguieron llegar a todo tipo de audiencias, gracias a inspiradas canciones como “Clocks”, “In My Place” o “The Scientist”, mientras que el redondo X&Y (2005) y el fallido Viva la Vida or Death and All His Friends (2008) acabaron por confirmarlos como el grupo llena-estadios que son en la actualidad.
Un camino similar es el que han seguido los también británicos Muse, aunque con una propuesta muy alejada de la de sus compatriotas. En 2001, el trío publicó Origin of Symmetry, que seguía la estela de su remarcable debut, Showbiz (1999). Absolution (2003) les encumbró finalmente -y con justicia- como uno de los estandartes imprescindibles del rock del momento y una de las bandas con más proyección de futuro. Potentes y emocionantes, pero ante todo con una ambición sin igual, Matthew Bellamy y los suyos consiguieron entablar un discurso propio, que evidenciarían posteriormente con Black Holes and Revelations (2006) y The Resistance (2009).
Otra de las bandas inglesas indies que ha logrado una destacable legión de fans durante estos diez años es Placebo, que ya habían firmado dos grandes discos en los 90. Gracias a Black Market Music (2000), Sleeping With Ghosts (2003) y a canciones sin complejos como “Special K”, “Taste in Men” o “This Picture”, pudieron sobrepasar todas las fronteras y obtener el reconocimiento internacional que merecían.
De las muchas sorpresas que nos ha deparado esta década en el terreno alternativo, destaca por encima de las demás la de los canadienses Arcade Fire. Con tan sólo dos álbumes en su haber, Funeral (2004) y Neon Bible (2007), este numeroso grupo se ha convertido en la revelación de la temporada. Su estilo inigualable y la calidad de sus composiciones han encandilado a medio mundo y les han hecho valedores de la condición de referente imprescindible. De hecho, no es hasta 2008 cuando les aparece un serio competidor: el impresionante y barroco debut de Fleet Foxes.
Desde una perspectiva más puramente rock, estos diez años se han caracterizado por la proliferación de hits instantáneos (y peligrosamente efímeros), de los que
Arctic Monkeys han sido los reyes indiscutibles. Aún así, se han publicado obras más que sobresalientes: el sorprendente
Silent Alarm (2005) de
Bloc Party, el rápido
A Certain Tiger (2005) de
Maxïmo Park, el elegante
Boxer (2008) de
The National, el psicodélico
Yoshimi Battles the Pink Robots (2002) de
The Flaming Lips o los perfectos
Send Away The Tigers (2007) y
Journal for Plague Lovers (2009) de unos rejuvenecidos
Manic Street Preachers son un buen ejemplo. Por no hablar de
The Life Pursuit (2006), un compendio de canciones completamente pegadizas a cargo de los también rejuvenecidos
Belle And Sebastian.
Como sucede en todas las décadas, hay una serie de discos que han permanecido más o menos ocultos y que iremos descubriendo en los próximos años. No obstante, ya hay algunas de estas joyas indies que me atrevo a mencionar. En primer lugar, los discos hipnóticos titulados
Cold House (2001) y
Outside Closer (2005) del trío de Leeds
Hood. En segundo lugar, pero no por eso menos importante, el delicioso
The Trials of Van Occupanther (2006) de los superdotados
Midlake. Y tampoco debemos olvidarnos del necesario
Drums and Guns (2007) de
Low ni de los discos publicados por
Lambchop y
Marah durante estos 10 años.
Pero si hay una banda que ha reunido una discografía del todo imprescindible en esta década, esa ha sido la estadounidense
Wilco. Desde los más complejos
Yankee Hotel Foxtrot (2002) y
A Ghost is Born (2004) hasta los más clásicos
Sky Blue Sky (2007) y
Wilco (2009), la banda de
Jeff Tweedy ha ido superándose en cada entrega, andando su propio camino y regalándonos canciones que ya forman parte de la historia del rock.