Iron and Wine, alma tranquila bajo la que se esconde el barbudo Sam Beam, tiene la capacidad para hacer álbumes de producción sencilla y canciones frágiles, como ya hizo en 2004 con el recomendable Our Endless Numbered Days, y continuar andando por esta senda reformulando su sonido y explotando su personalísima voz, como ha hecho recientemente (en 2007) con el magnífico The Shepherd's Dog.
El hasta ahora último disco de Iron and Wine presenta una sonoridad mucho más densa que sus antecesores. En cada canción se van sucediendo diferentes recursos, ya sean los coros vocales, la indispensable percusión, los pianos, las cuerdas... Elementos que ya había enseñado anteriormente pero de un modo más tímido. Y es que, sin dejar de dar el protagonismo a su inseparable guitarra - de la que es un excelente ejecutor -, Beam construye The Shepherd's Dog bajo la tutela de un acompañamiento que hace elevar a la máxima potencia la emoción de sus composiciones. Por otra parte, y aunque una de las cualidades del disco sea el hecho de que no hay piezas que destaquen por encima de otras (con lo que logra una preciada homogeneidad que hace no perder el interés en el conjunto), sí que es en las imperdibles "White Tooth Man", "House By The Sea", "Wolves (Song Of The Shepherd's Dog)", "Resurrection Fern" y "Boy With A Coin" donde el álbum llega a sus puntos álgidos. Mientras tanto, "Carousel" nos recuerda a otros artistas folk como Sufjan Stevens, y la sorprendente "The Devil Never Sleeps" dibuja una inevitable sonrisa en nuestra cara.
The Shepherd's Dog es un álbum calculado al milímetro. Nada sobra y nada falta. Hipnótico, adictivo y disfrutable al 100%, se perfila como uno de los discos de la década y el más redondo de Iron and Wine.
Boy With A Coin
The Devil Never Sleeps (Live on Letterman)
White Tooth Man
1 comentario:
Totalmente de acuerdo. Es un disco redondo en el que ninguna canción desentona. Sin duda, uno de los grandes descubrimientos de este año.
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