El sonido de Lisabö puede, literalmente, echar atrás a más de uno. Una propuesta que mezcla sin complejos la experimentación de Sonic Youth, la elegancia de los mejores Cave In, la contundencia del hardcore (apoyada por dos baterías simultáneos) y los continuos flirteos con el noise parece no apta para todos los oídos. Nada más lejos de la realidad.
Ezlekuak (traducido como Los No Lugares), el último trabajo de este quinteto de Irún, no deja de ser un disco complejo, con multitud de matices, pero en el que sin duda cualquier oyente se puede ver reflejado. De hecho, Aida, la única chica en Lisabö, definía la música de su banda como "abrir los ojos ante la vida" (lee la entrevista completa aquí). Los textos del álbum son obra del escritor vasco Martxel Mariscal, colaborador habitual del grupo, y son expulsados - también literalmente - por Karlos Osinaga, guitarra y voz de Lisabö. Pero entre toda esta fuerza y apabullante intensidad, Ezlekuak deja un gusto amargo y triste. Los múltiples ambientes desoladores por los que nos va transportando el disco ayudan a crear una sensación casi nostálgica, en la que la potencia del bajo y las baterías se contrapone con un panorama mucho más delicado por parte de las guitarras y la voz. Esta fórmula hace que cada vez que se escucha el disco se transmitan sentimientos muy distintos y que están directamente relacionados con el estado de ánimo de quien lo escucha.
Pero quizás el mayor logro de Lisabö ha sido encontrar una personalidad propia, una manera de entender la música que les ha valido unas excelentes críticas y que ha llegado a situar a Ezlekuak entre los mejores álbumes nacionales de 2007.
Reportaje en ETB2
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